lunes, 11 de enero de 2016

Los signos de fuego y la individuación

Probablemente los signos de fuego sean los más ingenuos de todos los signos; en estricto orden de llegada (aries, leo, sagitario). La razón es que el fuego -el deseo- que portan les obliga a percibir el mundo desde un lugar de inevitable autoreferencia, obviando el aprendizaje que llega a través del tiempo y de su materialización. Su talento, diría Carutti, es su mismo detrimento. Son capaces de inspirar y jalar a otros a través de la intensidad de su experiencia subjetiva pero esta subjetividad constituye su misma prisión perceptiva. Esta prisión es algo que comparten todos los signos pero su cualidad depende de la percepción -"y creación"- con la que construyen el mundo y son construídos por el mundo.En el caso de los signos en fuego, el deseo se adhiere y conforma su ego haciendo que brille, pero también cegándoles ante otras visiones y compresiones de una realidad que es siempre inacabada porque es siempre construída. Su grado de flexibilidad para albergar e integrar otras visiones de la realidad se afloja según este fuego se va consumiendo en si mismo, haciendo que el ego pueda dejar paso y asimilar el trasfondo de su propia identidad trascendente, es decir, intersubjetiva. Este es el proceso que Jung, un Leo, definió con el nombre de individuación.

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