lunes, 15 de febrero de 2016

El síndrome de Urano


Fotograma de Blade Runner

Llevo años constatando la evidencia de un síndrome ya viral en los círculos terapeúticos y en los así llamados de autoconocimiento. Por auto-conocimiento se entienden todas las formas que de un modo u otro dicen poder ofrecer al hombre semejante fin: auto-conocerse. Astrología (en todas sus variantes: experimental, psicológica, humanística, kármica, predictiva, transpersonal, arquetípica, junguiana), psicología, en todas sus variantes (convencional, clínica, analítica, psicoanalítica, gestalt, transpersonal, transgeneracional), filosofia, kábala, magia, neomagia, y todos los neos, constelaciones, coaching (en todas sus variantes). Las formas de auto-conocimiento se multiplican como moscas,  pero todas se ven afectadas por el mismo e inequívoco síndrome: el Sindrome de Urano.
Por síndrome de Urano, término sacado de la jerga astrológica,  podemos entender la radicalización en las cualidades energéticas que vienen con este planeta, y que frecuentemente se asocian a conceptos como libertad, creatividad, ruptura, inspiración, visión de futuro. El peligro del Sindrome de Urano no radica en las cualidades propiamente uranianas, sino en su radicalización. Esta radicalización sucede como consecuencia de una fascinación por el propio patrón de ese planeta, que es ciertamente un patrón de ruptura con todo lo anterior, una ruptura necesaria en muchos sentidos, sobre todo para poder dar un impulso evolutivo a  la tendencia de fijar estructuras del patrón saturnino. El peligro radica no en esta ruptura, sino en la convicción (autoconvicción muchas veces forzada) de que nada de lo anterior es válido en sentido alguno. Este es el principal error de la así llamada Era de Acuario. Una Era por asi decirlo, llamada a construir un mundo nuevo. El problema es que el patrón de energia de Acuario tiene dos regentes, Urano y Saturno. Sin Saturno ninguna construcción es posible. Sin Urano, la visión de esa nueva realidad a construir jamás llegaría. 


Saturno, castrando a Urano


Saturno devorando a sus hijos, por W. Blake

El síndrome de Urano se caracteriza, a nivel astrológico, por la falsa creencia de que una vez que la energía rupturista de Urano empieza a manifestarse en nuestra vida, las pesadas contingencias de Saturno, el tradicionalmente llamado Guardian del Umbral o el Señor del Karma, ya no tienen ningún sentido, y por tanto, ninguna forma, estructura o jerarquía asociada a esta energía.  Se cuentan por decenas las escuelas de astrología psicológica que venden sistemas de autoconocimiento que creen haber trascendido a Saturno y poder mediar así como así,  no solo con la energía transpersonal que Urano representa, sino con los otros dos planetas transpersonales, Neptuno y Plutón, los cuales también tienen, como todos los otros planetas, sus propios síndromes. Craso error, porque la primera herramienta que necesitamos como organismos psíquicos para mediar con las fuerzas transpersonales son, principalmente,  un saturno y un sol fuertes, o en lenguaje psicológico, un auténtico y sólido sentido del yo. Ignorar o pasarse por alto el crucial papel de Saturno como mediador es privarse de la oportunidad de integrar la energia saturnina con la energia uraniana, o por decirlo de otro modo, ser capaz de entrar en una visión acuariana del mundo veraderamente integrada. 
Saturno no es solo el guardian del Umbral en una dirección sino en ambos sentidos. No sólo constituye el umbral que el yo tiene que atravesar para contactar con las fuerzas transpersonales, sino también el umbral que filtra la energías transpersonales para hacerlas asequibles para el yo. 


Saturno, Guardián del Umbral 
"No cruces mi umbral si no estás seguro de iluminarlo con tu propia luz, porque más allá del umbral ya no hay guías que iluminen tu camino”.


En muchas escuelas astrológicas se enseña que con un sol fuerte en la carta, ya es suficiente para mediar con los planetas transpersonales, y se pone todo el énfasis en el fortalecimiento de ese sol como arquetipo energético que conforma la identidad del yo. Pero la identidad del yo no está conformada sólo por el patrón de irradiación solar, sino por el de todos los planetas personales, por la luna, por el AC, y por supuesto, por Saturno. Pretender querer participar de la energía de Urano, al cual le importa mas o menos un bledo todos los demás planetas, porque aparece de la nada y desaparece en la nada, sin una buena comprensión de la función de todos los planetas anteriores, es un suicidio no solo astrológico, sino humano, porque si en algo se caracteriza el síndrome de Urano es en su deshumanización. A Urano sólo le importa su verdad, y dado que su verdad es su propia creación, esta verdad creativa no está sujeta al diálogo, al análisis, a la autocrítica. Sin Satuno, la creatividad que Urano aporta al patrón acuariano se convierte sencillamente en tiranía, en autoconviccion, y en determinados grados, en pura psicosis. Del mismo modo, sin Urano, Saturno no puede en modo alguno  trascender la cumbre de su misma estructura, ni descubrir nuevos patrones creativos de la realidad, más allá de los que la ordenan, que es todo a lo que puede llegar. Para que la vocación acuariana de servicio a toda la humanidad se cumpla, necesita tanto de Urano como de Saturno. Sin Urano, Acuario cae en el fanatismo, Sin Saturno, Acuario cae en la locura. 


Fotograma de Blade Runner

Las consecuencias de este síndrome son del todo reconocibles en todos los contextos donde el patrón de Urano empieza a sentirse. El extremo de este patrón serían las sectas, pero hay muchos otros contextos en los que uno puede caer en manos de lo que antes llamaban los locos de Dios, y ahora podríamos llamar los locos de Urano: astrólogos, psicólogos, terapeutas, esoteristas, magos,  coachs. Las combinaciones son infintas. Los abusos de poder que se pueden constatar en estos contextos serían ridículos si no fueran capaz de hacer auténticos estragos en determinadas personas, pero sobre todo son bien capaces de incapacitar al ego casi de por vida para ejercer su responsabilidad de convertirse en un verdadero individuo.
No hay nada, y recalco, nada, que diferencie la arbitrariedad y el abuso de poder que se encuentra en el mundo pseudo- terapeútico del que se encontraba antes en el mundo sacerdotal. Por alguna extraña razón la gente sigue otorgando su poder a unas cuantas personas auto-convencidas de que están investidas de algún tipo de autoridad de carácter objetivo cuando observado desde fuera su cháchara resulta la cosa más subjetiva que existe. He tenido el repugnante honor de escuchar conversaciones entre terapeutas o ser testigo de fragantes abusos de poder de autodenominados maestros que me han convencido de que sin la  colaboración de ese otro tipo de gente pusilánime, infantil, peterpan y sin carácter, que se niegan a crecer y a desarrollar un pensamiento propio, no estarían donde están, que es exactamente el lugar que les dejamos que ocupen. Las posiciones astrológicas relacionadas con estos abusos que siempre requieren un tipo de consentimiento y "colaboración" lo dejo para otra ocasión**.
Si hay algo realmente insoportable es que a pesar de la constante evidencia de que sólo podemos tener acceso a partes sesgadas de conocimiento e información, es decir, que en todo momento y lugar nos encontramos sujetos a percepciones subjetivas (fragmentadas) de la realidad, alguien, todavía, en cualquier contexto se crea con el derecho de creer que su versión de la realidad tiene más validez, es más completa, está más evolucionada, es más sofisticada, convincente, real, trabajada que la de cualquier otro y en virtud a eso se crea también con el derecho de imponerla. Este vicio se encuentra demasiado frecuentemente en el contexto que ha venido a sustituir al mundo religioso: el mundo terapéutico. 

Sat-Gurú.

La influencia  y la importancia que tiene Urano en este tipo de comportamientos no es menor que la que tiene Júpiter, que es el planeta normalmente asociado a este tipo de creencias. De hecho la radicalidad, el empuje, la autoconvicción de Urano, al ser un planeta transpersonal, puede ser infinitamente superior a la que tiene Júpiter, porque en el caso de Júpiter, el sistema de creencias es practicamente un sistema heredado, o solidificado por la educación, la cultura o el ambiente. En el caso de Urano, la verdad viene ex-nihilo literalmente, de la nada, y por lo tanto, su naturaleza es indiscutible. Este es el por que cuando las afirmaciones radicales del síndrome de Urano son cuestionadas, el portador de la verdad sin nombre se cierra a toda posibilidad de díálogo, En ese preciso momento, el predicador, astrólogo, terapeuta, maestro, constelador, lo  que sea, se descubre tanto como farsante como títere. 
El síndrome de Urano deforma gravemente la lente con la que se percibe tanto el trabajo interior como el propio y necesario crecimiento psicológico. El fin último de cualquier trabajo interior es observar el modo/s perceptivo/s a través del/los cual/es nombramos y construimos la realidad, hasta que este mecanismo se nos haga evidente. Una vez que este mecanismo se nos hace evidente, solo queda aprender a vivirlo sin tomarse nada personal, cada vez más desapasionadamente. Este desapasionamiento nos permite entrenar nuestra capacidad de cambiar de un modo perceptivo a otro sin apegarnos especificamente a ninguno de ellos. 


Acuario, el Aguador, símbolo del libre flujo de la energía.

Ciertamente, el  patrón energético de Urano puede ayudarnos en el proceso de desapasionamiento, siempre que el patrón sea vivido como herramienta al servicio del florecimiento del individuo y no como síndrome sustitutivo a través del cual el ego se perpetua a si mismo de formas cada vez mas estrafalarias, bizarras y falsamente espirituales. Del mismo modo, el compromiso con el proceso de individuación exige cuestionarlo todo, sea lo que sea, venga de dónde venga, y esté donde esté, hasta ser capaz de inferir de ahí un criterio propio. El patrón uraniano es imprescindible para este cuestionamiento, siempre y cuando no lo sustituya con sus propias convicciones y deje ese espacio abierto, fecundo y fertil. Listo para ser llenado por el flujo energético y vincular que genuinamente hace parte de la energía de Acuario. Un libre compartir. De este modo, Urano ocupa su lugar dentro del mandala zodiacal sin usurpar la identidad del yo como resulta en el caso de lo que Jung describía como  personalidades manas. Las personalidades manas pueden estar poseídas y de hecho lo están por cualquier arquetipo, pero el arquetipo mas frecuentemente encontramos en las personalidades mansas que manifiestan este síndrome es el de Urano. 
Por último. Más allá del síndrome, de este o de cualquier otro, estoy con Jung cuando dice -no cito de memoria- que la astrología es una creación del hombre.  Y añado: para nombrar y conocer la hondura y la extensión de su propia psique. Planetas, signos, casas, y sus cualidades pertenecen al ámbito de lo simbólico que es el estrato de lenguaje mas profundo y primordial de la psique. La arbitrariedad que subyace a toda forma de hacer astrología no es solo un riesgo colateral a la percepción subjetiva de cada astrólogo, también es una consecuencia inevitable del propio mecanismo creativo que tiene la psique para expresarse a sí misma (y conocerse conforme lo hace).


Más allá de posiciones típicas asociadas al juego del abuso de poder (plutón en aspecto duro con la luna, u otros planeta más "fragiles") y del fanatismo ideológico normalmente asociado a un Júpiter fuerte, tenso o mal aspectado, yo miraría al sol en las casas 9, 10 y 11, lógicamente con sus aspectos o sobre todo si está aspectado con Plutón y Jupiter. En que signo esté el sol no lo encuentro tan importante, aunque puede influir mas que esté en Escorpio, Sagitario y Capricornio por como se relacionan estos signos con el poder que se revela de forma bruta en Escorpio y se proyecta después en los siguientes signos. Sin embargo, en este caso en particular que describo entra un componente de un nuevo radicalismo camuflado de empatía y compasión universal que es el señor Urano. Un Urano en posición angular, o un sol en Acuario en posicion angular o en casa 11 aunque no esté en Acuario, sobre todo si lanza aspectos con Plutón y Júpiter puede favorecer un tipo de autoconvencimiento de que se trae un mensaje nuevo para la humanidad. Por supuesto todo esto es muy arbitrario precisamente, y por eso me encuentro en guerra declarada con la arbitrariedad no solo de mundo terapéutico, sino también astrológico.
Sin embargo no en todos los casos Plutón está implicado.  Como he dicho, culpar a Plutón es un clásico. De hecho, Plutón puede desenmascarar, y de hecho encuentra placer en desenmascarar este tipo de abusos de poder. Plutón toma su poder del otro, es cierto, pero también se entrega completamente a si mismo, es decir, sabe que tiene que entregarse para transformarse. Las relaciones terapéuticas con terapeutas plutonianos no son fáciles para nada, son controvertidas y muy desafiantes pero por lo general, tienen una honestidad que pocos terapeutas de otra energía pueden ofrecer. El abuso del que hago referencia es mas del que recibe sin dar nada a cambio, nada de si mismo, con la excusa de que ya está trabajado o está mas evolucionado o ha encontrado la verdad. Esto es mas propio del fanatismo de Júpiter y del radicalismo de Urano que de la intensidad de Plutón.
 En general. Todo lo que uno tiene (incluídos aspectos) en la 9, 10 y sobre todo 11 porque este tipo de poder terapéutico se nutre precisamente de la transferencia de la energía grupal. Si es un terapeuta abusador famoso o conocido, miraria sus casas 10 y 11 y sus regentes. Si no es tan conocido, pero igualmente abusador, sus casas 8 y 9 y sus regentes. Si es un maestro, casi siempre su casa 11, y sus regentes. En ocasiones tambien la casa 12 puede dar maestros guiados por un tipo de poder conectado con el inconsciente colectivo. Y por supuesto, retornando a lo más básico, su Plutón y su luna porque todo abuso externo nace de un abuso interior. Solo reproducimos el escenario que vivimos interiormente.



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