martes, 14 de abril de 2015

La sombra de los Signos



Óleo de Johfra Bosschart



Leyendo a Carutti, y llevándolo al cuerpo, se hace evidente el juego de la luz y de la sombra que se produce en la interacción energética que hay en los signos y entre los signos. La intensidad, modo, calidad del juego de luces y sombras se asocia siempre al nivel presente en cada cilindro de energía. Por ejemplo, esta mañana he confirmado la pérdida de la mensualidad de mi prestación de desempleo por haberme retrasado unos días en la renovación de la demanda. La inflexibilidad e imposibilidad de diálogo que me he encontrado, familiar en todo punto y asociada a una cristalización obsesiva de toda la estructura capricorniana, constituye sólo otra muestra de una de las muchas variantes de expresión de la sombra de la vibración de la energía correspondiente a Capricornio. El talento es el detrimento, dice Carutti, y donde hablamos del don que cada nivel de energía del Zodiaco (lo que llamamos signos) hablamos necesariamente de su herida. 

Así, donde en Capricornio se encuentra un don propio e intransferible de desnudar las formas para llegar a la esencia común de toda estructura, aparece como sombra producida por esa misma luz, la impresionante capacidad de construir un muro  de contención que entorpece el libre tránsito y la necesidad de transformación del flujo energético. Por supuesto, la naturaleza de este muro es psicológica, no arquetípica, porque la energía propia de Capricornio se manifiesta en la psique de esta forma dual: proporciona sostén a cambio de supeditarse a un orden necesario y establecido. Este foco de tensión psicológica en la que uno necesita de la energía de Capricornio a la vez que la repudia por resultar demasiado restrictiva,  sólo se va integrando conforme uno va aceptando y aprendiendo a convivir con la particular vibración que este signo tiene en su carta. Cuanto más aceptación de la energía de Capricornio que hay en nuestro interior, con sus sombras y sus luces, más posibilidades de integrar la estructura y la autoridad interna que confiere la energía capricorniana. 

Obvia mencionar que este baile de dualidad se produce en todos los cilindros de energía de cada signo. Todos los niveles producen sombra, no sólo en los niveles mas bajos de energía se produce una especie de disociación. Al contrario, la capacidad de proyectar una sombra viene siempre con la luz de cada signo, independientemente de su  intensidad, calidad y altura. Por ejemplo, los niveles más bajos del cilindro de Sagitario darán una sombra pueril e infantilmente optimista, incapaz de testar o verificar su percepción subjetiva e  idealista o su necesidad de movimiento y expansión en la realidad mas cruda del mundo (la que corresponde o se ve desde el ámbito de percepción capricorniana),   igual que sus niveles más altos o desarrollados vendrán simultáneamente por un lado, con una capacidad impresionante de síntesis y comprensión de los niveles de manifestación de la existencia, y por otro, con ese dogmatismo, jerarquización  y a veces sectarismo,  que corresponde precisamente a ese aspecto sombrío relacionado con la competencia característica del ámbito de Sagitario, que es la capacidad de reconocer y atribuirle a todo un sentido, siendo que la sombra de este sentido es la necesidad de que todo el mundo se ajuste necesariamente a él, con lo que concatenaría con el siguiente nivel de sombra capricorniana, que es el espacio donde cualquier jerarquización o dogma se convierte  y se cristaliza en ley.

O entrando en el ámbito de Escorpio, en el que quizás se haga más obvio este juego de sombras y luces, al ser una energía que se encuentra y se identifica a sí misma a través de los extremos, encontramos ejemplos de disociación,  no sólo en sus niveles más bajos, los asociados tradicionalmente a las características tradicionalmente atribuidas a lo escorpiano, como la manipulación,  la depravación o sordidez, etc, sino en los más altos, allí donde aparece también un gran nível de conciencia y una inmensa capacidad de trascendencia. Así,  una gran energía escorpiana como un Sai Baba, autoproclamado a si mismo Dios, y reconocido como tal por millones de devotos y seguidores, trae consigo un nivel de sombra paralelo y al mismo nivel, pero de una forma inconsciente. Que Sai Baba sea consciente o no de su sombra no se sabe, pero que en su rol de maestro espiritual se mezclan características luminosas y oscuras de una forma indiscriminada, es un hecho reconocido. Y el mismo caso puede verificarse con muchísimos maestros conocidos, que han alcanzado un gran nivel de desarrollo en el manejo de la energía propio del cilindro de su signo, o de la energía dominante en su carta.

Sería largo, aunque muy interesante,  analizar el juego de luces y de sombras que se produce en el cilindro de energía de cada signo, y como un nivel de luz y de sombra concatena siempre, o se desborda (como decía Alimae Sol, en un post reciente),  en el siguiente signo o transformación de la energía. Dado que el Zodiaco es una estructura circular, nuestra esperanza es que tenemos infinitos círculos para ir reconociendo e integrando las muchas formas en las que interactúan este  juego de sombras y de luces. Lo importante, a nuestro juicio, es ir reconociendo poco a poco que todos tenemos este juego en nuestro interior, y que lo proyectamos de una u otra forma dependiendo del nivel de completitud con el que vivimos nuestra carta, es decir, hasta que punto estamos identificados con una parte de ella en detrimento de otras. 



2 comentarios:

  1. Interesante. Un tema para seguir en ello. Da para tratados enteros.

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  2. Mucho. Todo un libro. Aquí igual (solo igual) escribo una entrada por cada uno de los tránsitos (signos) de la energía, y el juego de luz y sombra que se produce en cada nivel de energía del cilindro. Todo muy resumido y generalizando muchísimo.

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