miércoles, 15 de abril de 2015

Carutti: La revolución copernicana en Astrología



Desde mi punto de vista, lo que hace genial a Eugenio Carutti, lo que convierte en absolutamente revolucionario su enfoque de la Astrología, no es tanto su finísima y compleja conceptualización, descripción y discriminación de los temas propios de la disciplina, que también, sino la radicalidad de un enfoque que podríamos llamar totalizador, y que ciertamente deja muy atrás, aunque integra, a la llamada Psicoastrología, que es el paradigma hoy dominante en ese campo.
Carutti es, entre otras cosas, un físico, y eso posibilita una mirada diferente y más amplia, libre no sólo de los tics propios del enfoque clásico, sino también de los limites -canceriano/leoninos, por utilizar sus propias palabras- del psicologismo actualmente en boga.
Cuando hablamos de Carutti hablamos, en realidad, de un Copérnico de la Astrología. Alguien que ha puesto de manifiesto que el ser humano no es el centro de la cosmología astrológica, sino sólo parte de ella, no tanto en un sentido jerárquico -esa también seria una visión clásica- sino en el sentido holográfico.
Y es que cada ahora engastado en el devenir tiene una particular textura energética, una textura acausal, pero manifiesta en la particular disposición de los astros, en ese y sólo en ese momento entre todos los momento posibles. Y esa textura energética es compartida por todo lo que es en ese momento, ser humano, mundo natural, estadio de proceso, objeto, cualidad, pensamiento, energía o producción de cualquier tipo. En realidad, podríamos decir que ese momento es esa textura, en todos sus aspectos y contenidos, si es que diferenciar entre ser y aspectos constitutivos tiene algún sentido, más allá de nuestra necesidad de conceptualización.
Y el ser humano que en ese momento nace, no es que posea, es que es esa textura. Tampoco es que forme parte diferenciada de ese único ahora, es que él y todo son ese ahora que, sencillamente es, y ese ahora que se alumbra es, a su vez, esa textura energética, la única posible, y llevará su impronta para siempre.
Así, el ser humano que, a la manera leonina, se siente el centro de una carta que cree que esta ahí para él, y que piensa que es su visión de su medio lo que configura a éste y a su vida a su imagen y semejanza, ha de darse cuenta, de la mano de Carutti, de que esa carta es un retrato de la manifestación en el momento del ahora de su primera inspiración, y que lo que él llama su ser, su medio y su vida no es más que el despliegue, en el tiempo y en el espacio, de esa particular forma energética que él es, que todo es, que es, en definitiva, ese momento de la manifestación del ser, sólo que acotado, al estilo canceriano, por la necesaria limitación de su visión.
Pero, yendo aún más allá, el despliegue de cada ahora particular no es mas que la acotación canceriana que hacemos en el inimaginable territorio del despliegue universal del ser, donde cada ahora es el ahora, cada forma es toda forma y cada ser es el ser, en un concierto hologramático  de infinitas dimensiones.
El genio de Carutti ha hecho, pues, mucho más que llevar más lejos que nadie a la Psicoastrología: la ha colocado en su lugar en la intuición virginiana de un orden inconmensurable, pero ya entrevisto.
Ha llevado - está llevando- la comprensión humana de la ciencia milenaria de los astros, más allá del momento canceriano/leonino, hacia el siguiente lugar del eterno proceso zodiacal.

2 comentarios:

  1. Bravo Amelia, No creo que mucha gente comprenda la profundidad y la amplitud de lo que tocas aquí. Seguimos...

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